13. CINCO DÍAS EN LA CÁRCEL - 1ª DETENCIÓN

"No conocer con quién te has casado hasta que no te divorcias de esa persona"

Una gran traición, no es la infidelidad, eso se podría llegar a perdonar, negociar y hasta pactar una solución francesa, que cada uno tenga su amante.

Es saber que la persona que piensas que te quiere y te apoyaría en los momentos difíciles, que esa persona que se dedique a escuchar, empatizar con los demás, en realidad te trate de destruir.

Alicia preparó su divorcio durante meses, había convertido su terapia de pareja en una terapia individual en la que estaba preparando el fin de su relación sin sentirse culpable.

Mario estaba obteniendo paz y tranquilidad por fin, creyendo que estaba pasando página y ya no recibiría mensajes de "tú no me vales, tu no eres capaz, tu no me eres suficiente". Es verdad que el primero que había hablado de divorcio había sido Mario hacía un año de camino a la boda de la hermana de Alicia.

- ¿Qué pasaría si nos llegáramos a divorciar? ¿Haríamos custodia compartida?, le preguntó Mario mientras conducía.

- Yo pensaría que me odiarías para siempre. Le respondió ella.

Luego vinieron en otoño y enero, las amenazas de que te tendrás que ir de casa, le decía ella.

El punto de inflexión, fue la carta de despedida que Mario le envió en febrero, recomendación del terapeuta de pareja de ambos. Dónde le explicaba el daño y tristeza que le provocan los mensajes de "tu no me vales".

Creo que ese fue el disparador, Alicia empezó a preparar su vendetta, porque las cosas no estaban saliendo como ella quería, su ansiedad de control no ejercía poder sobre él.

Ella ni corta ni perezosa atacó primero en el punto débil de él, sus depresiones menores, que eran leves y solía pasar en casa, pero tenía historial médico por ello. Ella también padecía de depresiones menores pero solo iba al médico de cabecera, no tenía historial, él sí.

Alicia ante esta carta y ver que la ruptura de la relación llegaba y no por decisión de ella, trató de conseguir su historial e informes médicos, sin éxito. La doctora le informó que eso solo era para el paciente, no se lo podía dar a nadie más. La doctora ya estaba informada de lo que estaba pasando el último año, y de menuda pedazo mujer que tienes, había pasado a que la lista de las necesidades que reclamaba ella, no era la carta a los reyes magos. Tu pareja no puede cubrir todas las necesidades que reclamas.

Su rabia no la detuvo, maquiavélicamente preparó la siguiente carta para el médico:

Soy Alicia, la todavía mujer de Mario, aunque estamos en proceso de divorcio. Desde la última depresión del año pasado, no se ha llegado a recuperar y continúa en crisis. Nunca se va a recuperar, ni va a tener capacidad de autoanálisis y ser consciente de lo que pasó, nunca reconocerá nada y se mantendrá en su posición conmigo.

Nos ha llevado a sufrir un daño devastador durante todo este último año. Yo ya no puedo ayudarle, él siente que soy su enemiga, que le quiero hundir, que le quiero hacer sentir culpable.

No se responsabiliza de nada, no se siente culpable, no me hace caso, me ataca y destroza todo.

He sido su enfermera durante veinte años, le acompañaba al médico cuando se encontraba mal, controlaba su medicación, me aseguraba que volviera a la normalidad.

Ahora mismo está en crisis, pero yo ya no estoy a su lado, no duerme, realiza actos sin sentido, no reconoce la irracionalidad de sus actos.

Me ha denunciado a mi por cambiar la cerradura del piso y no dejarle recoger sus cosas.

Me quiere explotar económicamente, no quiere el precio del piso por el que se lo quiero comprar, no quiere pasarme una pensión alimenticia para los hijos e intenta la custodia compartida, cosa para la que no está preparado, no puede cuidar a sus hijos.

Necesito que como su médico usted le obligue a recuperarse, hacerle ver que necesita una hospitalización, que no sabe responsabilizarse de sí mismo y menos de sus hijos y que tiene que dudar de si mismo.

Gracias por su ayuda

Mario tardó muchas semanas en localizar la carta que le había privado de su libertad durante cinco días. Y cuando por fín la localizó entró en furia:

- ¿Cómo que no me he recuperado? Lo que estoy es harto de tus exigencias y culpas.

- ¿Cómo que nunca voy a ser consciente? Por fin he descubierto el control, proyección y manipulación que me hacías, lo que pasa que ya no estoy dispuesto a dejarme amedrentar por tus gritos y mensajes de no me vales.

- Claro que me quieres hacer sentir culpable con tus palabras de que me tengo que hacer responsable de tus enfados, porque un día puse la cena tarde. Deja ya de gritarme y de hundirme.

- ¿Cómo que destrozo todo? ¿Qué te estás inventado, trastornada o arpía?

- ¿Quién has sido mi enfermera durante veinte años? He sido tu perro, tu lacayo, todo el rato tratándome de cambiar para que me pareciera al modelo que tu querías. No se trata de ayudarse mutuamente y darse mutuamente en una relación. A ver ¿Quien te ha dado el apoyo durante los embarazos y las lactancias de años? Hasta estando en crisis jugaba con los niños, hacía la comida, la cena.

- ¿Qué controlas mi medicación? Pero si ni siquiera sabes qué medicinas tomo y en qué cantidad. Lo hacías dos días y luego a jugar al candy crush.

- ¿Cómo que ahora mismo estoy en crisis y no duermo y hago cosas sin sentido? Pero si no vives conmigo cómo puedes saber si duermo o lo que hago.

- Claro que te he denunciado, pero antes te avisé cinco veces de que lo de cambiar la cerradura era ilegal.

- ¿Cómo quiero explotar económicamente? Bonita el divorcio es que cada uno por su cuenta, no querías igualdad y mujer empoderada. El precio del piso está muy por debajo, sorata. Pídele el dinero a tu tía Conchi que prefieras antes que a tu marido.

- ¿Cómo que no puedo cuidar de mis hijos? Pero qué te crees que he hecho mientras tú estaba de reuniones, asociaciones, noches con las amigas, me he convertido en un criador.

- ¿Qué me quieres hospitalizar? Lo que quieres es deshacerte de mí y tener a tus hijos todas las vacaciones sin respetar lo pactado. ¿Acaso ahora eres médica?

- ¿Por qué no responsabilizarme de mi mismo? Llevo sacando las castañas del fuego yo solito desde los 19 años, imbécil.

Volviendo atrás, a él le tocaba la convivencia con los hijos, fue a recoger a sus hijos a casa de ella, se encontró cuatro policías en la puerta que le estaban esperando y fué detenido porque había una orden de ingreso forzosa hospitalaria contra su persona. Mario perplejo no entendía nada, qué estaba pasando, él venía del trabajo y tenía que recoger a sus hijos para la semana de convivencia que empezaba.

No sabía nada de la carta anterior, ni que su médico de los últimos años se había jubilado con mala suerte para Mario. No supo con la arpía, fría, calculadora, controladora y manipuladora se había casado. Mientras Mario era detenido y esposado, intentaba explicar que le tocaban los hijos a él, y enseñaba la denuncia contra ella explicando que la violenta y coaccionadora era su ex.

La policía nunca te ayuda si eres el acusado, el denunciado, caso omiso a las palabras y denuncias que mostraba Mario en su móvil.

En la espera ella se asomaba al balcón toda poderosa, en plan "femme power", de quien ha ganado la partida, de quien tiene el control y "el poder de doblarte sin partirte" como dice su madre y sus hermanas.

Mario no pudo contenerse más y le dijo.

- He encontrado a otra mujer y no todas las mujeres son como tú.

- Espero que te hayas hartado a follar. Le respondió ella. Cosa que no le había dado ella durante un año, para ver si se marchaba de una vez.

- Por fin he encontrado a alguien tierno y cariñoso. Dijo él rematando a ella con un mensaje de amor en lugar de odio. La policía le indicó a Alicia que no se asomase más al balcón, que se metiera en casa.

Mario fue neutralizado, amarrado de pies, manos, cintura, pecho dentro de una ambulancia. Pero la ambulancia no arrancaba. Ella había bajado a la calle para seguir informando falsamente del estado de Mario, cosa que no sabía, ya que no le veía más que 3 minutos a la semana cuando se turnaban la custodia de los hijos. No le bastaba con la carta, y ver como le detenían, tenía que seguir manipulando.

Alicia estaba interpretando el papel de su hermana, que estuvo cuidando a su anciano marido durante veinte años, dado que se llevaban 25 años de diferencia de edad, que estuvo haciendo de enfermera hasta su fallecimiento.

La aventura del hospital fue épica, si solo focalizamos en lo bueno y divertido, porque en realidad es tan triste como los calabozos pero con mejor comida.

Un hospital psiquiátrico es peor que una prisión, no sé cómo alguien puede recuperarse en un sitio así de una depresión.

No hay nada que hacer, nada que estimule, nada que te dé un poco de esperanza. Puedes salir a un patio o jardín una hora dos veces al día si tienes suerte con el hospital, en otros ni siquiera puedes salir. El lugar más triste de la tierra, para que salgas de una crisis.

Pero todo en esta vida es focalizar en lo bueno, al llegar de noche estaban dormidos, pero Roberto estaba en el baño para ver si el nuevo traía tabaco.

Se presentaron y charlaron lo suficiente para terminar en el retrete compartiendo un cigarro.

Una cartilla había salvado sus pertenencias, se le había retenido todas sus cosas, peor que en calabozos, ni siquiera tu ropa, directamente en pijama y en zapatillas de estar por casa tendría que estar las próximas semanas.

Sobrevivir en el hospital consiste en armarse de paciencia y andar todo lo que puedas por los pasillos para activarte.

Estás a disposición de lo que te indiquen las enfermeras y auxiliares. A los médicos les ves unos veinte minutos cada día. Todo es cuestión de seguir las rutinas y saber esperar para ser una persona que sigue los estándares sociales.

A las ocho ducha,

a las nueve desayuno,

a las doce patio,

a la una comida,

a las cuatro merienda,

a las siete paseo,

a las nueve cena.

No hay más, si vas a la sala de estar habrá alguien dormido, si intentas leer, aparecerá alguien a poner la televisión,si tratas de ver la tele, vendrá alguien a cambiar de canal, si quieres respirar aire fresco no puedes, aunque haya rejas las ventanas están cerradas.

Mario sabía que había que vivir de día y dormir de noche, que había que resignarse, que eran los auxiliares quienes llevaban la batuta, que había perdido la capacidad de decisión y libertad posible.

Entonces empezó la rebelión en la granja, el único estímulo, la única motivación, entretenimiento que había en el encierro eran los chanchullos con los cigarrillos.

Todos los pacientes eran como niños a los que hay que reeducar, cualquier cosa que quisieras había que pedirla a ellos, y si no estaban ocupados te atendían. Eran ellos los que marcaban que se podía hacer o no, habías vuelto al seno familiar y ellos eran las mamás y los papás de los niños dependientes.

Convertidos en niños y los sentimientos a flor de piel, la red de alianzas era fundamental, charlar, pasear juntos, incluso hasta estaban los que encontraban pareja en el hospital, la simpatía con la gente que está pasando lo mismo que tú podía ser de gran ayuda o tu perdición si topabas con alguien muy trastornado y muy herido.

Aunque había más momentos de soledad y de dónde esconderse para dormir por la medicación que vida social.

Eugenia había conectado con Paco a pesar de su diferencia de edad se apoyaban y se querían. Y se hacían la vida más llevadera durante este encierro.

Los chanchullos con el tabaco se habían convertido en nuestro mayor estímulo. Los paquetes de tabaco se lo guardaban las chicas en las bragas, se decía que a ellas no se les registraba.

Mario aprendió a base de que le requisaron el tabaco una vez que tenía escondido en la almohada.

Esconderlos en los lavabos suponía quedarse sin tabaco en 2 horas porque era como la barra libre del tabaco y hasta el que no era fumador, se apuntaba al tabaco en esas circunstancias.

Luego estaba el tema del mechero, muy delicado, ya que ese objeto es como un puñal en un lugar así, con el que podrías provocar un incendio.

A final para fumar buscaba a una chica, esta se metía en el baño de mujeres para sacar un cigarrillo, luego a otro había que pedirle el tabaco, los que no estaban dormidos, del aburrimiento detectaban en seguida que se cocinaba un cigarrillo y terminas con 5 personas compartiendo un cigarrillo que se quemaba con las tres primeras caladas. Si había venido alguna chica echaba desodorante, si eran todo tios con irse al pasillo y hacerse los despistados bastaba.

Esta era la forma de matar el tiempo entre estas cuatro paredes blancas, a Mario le parecía divertido aunque no se había fumado un cigarrillo completo desde hacía cuatro días.

No solo los pacientes fumaban, también los auxiliares, y algún que otro médico en su despacho. Ellos también pasaban por el encierro, pero solo eran ocho horas lo que tardaban en obtener cada día su libertad.

Los pacientes no son niños subyugados a los que hay que reeducar para que vuelvan a su vida, con unos horarios, paciencia y doblegados a la voluntad de los demás por ser más sensibles que el resto, son personas sufriendo por un dolor que no saben cómo gestionar.

La ventana más bonita del mundo estaba en la sala de enfermería y control, Mario se levantaba a las siete y justo descubrió que esa ventana apuntaba al amanecer y encima estaba abierta entrando aire fresco, pasando de colores azules, morados, naranjas, rojos y al final amarillos. Después empezar a pasear hasta que llegaran las duchas, el desayuno, ...

Lo peor que puedes hacer es dedicarte a dormir todo el día, en el cuarto, en los sillones, requiere fuerza de voluntad porque es luchar contra la medicación que te adormece y el instinto natural es dejarse llevar por los somníferos, que ese es su propósito. Como si de un niño pequeño te hubieran convertido, hacerse un bolillo y dejarse guiar por lo que te ordenen.

Mantenerse activo, paseando, charlando, mirar fuera por las ventanas, son las opciones que tienes. Un pequeño control sobre tu vida en el encierro.

El día que requisaron todo el tabaco, un médico harto de la peste de los pasillos, puso toda la planta patas arriba, cerrando los baños, castigando sin paseos al patio, demostrando quien tenía el poder. Pero ello implica que no puedes ir a hacer tus necesidades cuando lo necesites, tampoco beber agua de los lavabos. Menos que te dé el aire en el patio para salir un poco del encierro.

Ni en una prisión se piensa que pueden tomar medidas tan drásticas, un paciente en psiquiatría tiene menos derechos que un reo.

Mario está super indignado, no por el tabaco, sobre todo con poder beber agua de los lavabos, intenta hablar con los demás como para organizar un motín a bordo, todos cabizbajos aceptan el castigo impuesto, y solo se le ocurre hacer uso del sistema de empezar a poner quejas y reclamaciones que se piensa que sirven de algo, terminando todas en la papelera.

A falta de cigarrillos pastillas de nicotina, durante dos días se pasan todos con chicles o pastillas de nicotina que les facilitan en la sala de control.

Mario acompaña a una chica colombiana que le recuerda a su nuevo amor, trata de pasear con ella por los pasillos, pero es fruto del dolor, culpa y desesperación por un lío que ha tenido en el trabajo, no hay forma de hablar con ella, siempre está con la desesperación y culpa de lo que le ha sucedido y con enfrentamientos con otra chica que está en estado peor, pintándose la cara que parece un cuadro de picasso, solo cuando quiere tabaco saca su lado amable.

Las medidas de control solo duran un solo día, y Mario consigue otra vez tabaco, pero decide ser quien se lo guarda en los calzoncillos, lo que le supone pinchar todo el rato la pierna y testículos en cada paso al haber elegido un paquete duro en lugar de blando.

Ahora van todos a pedirle tabaco, decide crear una alianza con Roberto, para que el tenga otro paquete y sea él quien decida cómo atender las demandas de los demás. De todas formas no se libra de compartir las últimas caladas con dos o tres personas cada vez.

La resignación es ahora por parte de los auxiliares, no hay forma de detener esto, deciden dejar abierta la ventana del baño y así minimizar el olor.

Mario consigue el alta a los pocos días, de las tres o cuatro semanas que se había imaginado, y que le había condenado Alicia, resulta que su doctor es razonable y ve que estaba tomando la medicación, que no había tomado tóxicos y que llevaba los horarios marcados en la planta. Esto que hacemos aquí lo puedo hacer también en casa, tratando de conseguir su libertad.

El informe del médico al que acudió Alicia no aparece, este médico siquiera conocía a Mario ni le había visto en persona, tampoco la carta de ella, solo está el informe del alta del hospital y su médica de los últimos años ya jubilada.

Los planes de Alicia se ven frustrados, no se ha librado de Mario durante uno o dos meses, para hacer las vacaciones de su infancia, el mes de julio con la familia de su padre, el mes de agosto con la familia de su padre.

Entra en pánico, le come come la culpa, Mario puede reclamar la mitad de agosto que habían pactado delante del mediador, y que él ya tenía reservado para ir de senderismo a la ruta de los faros en la costa da morte, con otros amigos, niños y familias.

Mario regresa a su apartamento, puede organizarse a su manera, con sus rutinas, paseos, música, libros, ver amanecer y sobre todo luchar por estar con sus hijos.

Alicia con temor a que él encuentre la carta llena de falsedades que había utilizado para manipular al médico, guarda otro as en la manga, su última flecha en el carcaj, para impedir que Mario pueda estar con sus hijos. La violencia de género, la violencia sobre la mujer. Acude a la guardia civil e informa del miedo que tiene a que su ex pareja venga a por los hijos en las semanas que le corresponden a él, y ahí empieza la detención y el relato de los calabozos.