20. LA PRIVACIÓN DE LIBERTAD

"Echar al olvido es chinarse las venas"

"La contrapartida"

"Convierto mi dolor en oro precioso"

Cuando has estado privado de libertad, sea porque te has quedado encerrado en un ascensor durante horas, en un tren sin electrícidad, en los calabozos de una comisaría o juzgado, el miedo a estar encerrado es sobre todo motivado a cómo voy a cubrir mis necesidades básicas.

¿Cómo vas a beber agua?

¿Cómo vas a ir al servicio?

¿Cuando vas a comer?

El pensamiento de cómo vas a cubrir tus necesidades, si no puedes salir, ni hacer nada, y estás en manos de la incertidumbre, solo puedes esperar, armarte de paciencia, y cuando se de su tiempo podrás seguir con tu vida.

Has perdido la autonomía e independencia.

El instinto básico es buscar ayuda, gritar, pedir auxilio.

Depende del contexto, en un ascensor, gritas a ver si alguien llama al servicio técnico, en los calabozos sabes que has perdido la libertad, la autonomía y solo queda esperar, pasear de lado a lado para no quedarse apoltronado, dormir cuando te entra sueño, por la noche empezarán los traslados, mejor que duermas de día o cuando te entre sueño.

Ya no decides cuando puedes beber agua, comer, pasear, ...

Adaptarte y amoldarte a que ya no eres dueño de tu persona, y esperar, esperar, esperar, esperar

Recuerdo que cuando hacíamos rutas por la montaña, explicaba después que aprendías a beber cuando encontrabas una fuente, a reponer comida cuando pasabas por un pueblo, a descansar cuando encontrabas una sombra.

Por ello contaba lo bueno que era ir a la naturaleza, aprender a valorar las necesidades básicas: el agua, el calor, el fresco, la sombra, la comida, ... dándote cuenta de las cosas importantes.

Para seguir con tu vida, a veces echas al olvido tu pasado para enterrar los traumas, eso ya pasó. Ahora tienes libertad y puedes beber cuando el cuerpo te lo pida, alimentarte cuadno empieza el gusanillo en el estómago, pasear o hacer ejercicio cuando te notas apoltronado, hablar con tus seres queridos.

El pasado, pasado está, no tiene porqué volver a repetirse, y es la forma de continuar, vivir en el presente.

Es bueno revisar esa experienca y acordarse de ella de vez en cuando de lo vivido pero con perpectiva, viendo la contrapartida, el lado positivo de lo que has aprendido, que tienes ahora, puedes cubrir tus necesidades básica, recuerdas el encierro y ahora no dudas en salir a pasear aunque esté lloviendo, a saborear esa comida, a disfrutar de esa bebida, que ahora si puedes hacer con libertad, de todo eso que te privaron durante un tiempo, sea por un incidente o una detención policial, recuerdas esa experiencia, no como un drama o trauma, si has visto la contrapartida, el lado positivo de esa experiencia, lo conviertes en una lección de vida, en parte de tu crecimiento interior.

Ahora recuerdo las veces que nos hemos quedado sin agua por la montaña, llegando a beber con un tubo de algún charco, haber esperado durante horas caminando a pleno calor entre encinas y chicharras hasta llegar a la fuente de un pueblo, para volver a recibir la vida del agua.

No comprendo la diferencia entre los calabozos nuevos de muchas comisarías y juzgados nuevos y los de Plaza Castilla.

No entiendo porqué los nuevos calabozos no tienen retrete ni grifo de agua.

Comprendo que en la naturaleza haya que esperar a llegar a la fuente y a la sombra.

La libertad, no es hacer lo que te la gana, la libertad es sentirse libre, pensar que eres libre, saber en tu mente que puedes beber agua cuando tu cuerpo lo necesite.