2. LA ROSA DEL OPUS
“La doble moral, la hipocresía vestida de pijipi”
Alicia era la progresista de una familia conservadora de derechas. Su momento álgido de discusión fue cuando se unió a la manifestación del "NO A LA GUERRA DE IRAK". Los americanos, británicos, con la foto de las Azores, invadieron Irak con la excusa de unas armas de destrucción masiva que a día de hoy siguen sin aparecer.
Con la discapacidad de su hijo se volvió aún más reticente a la gestión conservadora de lo público, a base de tratar con ellos y ver la falta de recursos que ponían en la enseñanza y sanidad pública.
La asociación donde colaboraba se reunía con los gestores conservadores, coordinadores e incluso subsecretarios de la administración. Ella se quejaba y luego se resignaba cuando en cada reunión los puestos políticos se iban pasando la pelota de una administración a otra, exculpándose de la responsabilidad de los problemas detectados.
También se sentía feminista en este mundo de hombres, defensora de la sanidad y educación pública, más tarde también con los indignados del 15M "no hay pan pa tanto chorizo.
Ella era una persona con conciencia social aunque hubiera sido criada en una familia fascista y ultracatólica.
Lo que tardó mucho en descubrir Mario era su doble rasero, a lo que se dedicaba en el trabajo, hasta que él mismo lo padeció en sus carnes.
Alicia se dedicaba a la gestión inmobiliaria de una sociedad inversora de propiedades que pertenecía a su familia.
Él no entendía por qué tenía que ir tantas veces a gestionar asuntos en la casa de los inquilinos y entrar en sus casas durante la mañana mientras trabajaban. Él como inquilino solo veía a su casero cuando comenzaba el contrato y cuando finalizaba, casi nunca aparecía el arrendador por la casa, simplemente ante alguna incidencia, llamaba, informaba, la solucionaba y le pasaba la factura al casero.
Ella se pasaba todas la mañanas en uno de los bloques de la avenida Principal dónde arrendaban siete pisos. Tenía que ir casi todos los días por incidencias de tipo atasco en lavabo, caldera sin presión, aire que no enfría. Para otras pequeñas reparaciones contaba con un chapuzas que le ayudaba, un hombre mayor que superaba los 70 años.
Había formado un triángulo con este, ella casi le consideraba como un padre, por la edad, pero sobre por el trato que tenía este con ella, por fin tenía el modelo que inconscientemente buscaba, un padre salvador, que la escuchaba, la dejaba quejarse, le podía contar sus penas y que al final la consolaba.
Su relación era más que laboral, cuando este enfermaba ella iba corriendo al hospital e informaba a sus allegados. Poco a poco le fué metiendo ella en su familia, primero con las reparaciones de la sociedad, luego reparaciones para su tía que se dedicaba a lo mismo, luego reparaciones por su madre y su hermana. Por fin tenía el modelo de hombre que buscaba y su familia estaba encantada de tener un manitas, aunque le tuvieran que pagar. Hasta tal punto era la dependencia, que le habían facilitado hasta un piso de la familia para que tuviera donde quedarse a vivir, le daba trabajo, había entrado en la familia de lleno.
Mario al contrario tenía sus propios trabajos y era independiente a la familia de Alicia, no intentaba ganarse a nadie, y se mantenía en sus valores y convicciones, o al menos eso creía él.
Ella estaba encantada con la relación con el chapuzas, estaba repitiéndo el modelo de su hermana, que se había casado con un hombre divorciado 25 años mayor que había conocido en el trabajo, Alicia iba por el mismo camino.
Alicia le decía a Mario:
- Pues no veas como de cachas está para su edad.
No sabemos si para ponerle celoso, o para que se pusiese en forma otra vez él.
¿Pero cómo podía saber si estaba cachas? Acaso le había visto desnudo.
El caso es que durante la separación y en plena guerra de ataques y contraataques, ella cambió la cerradura de la casa que tenía en común con Mario, y él no pudo recoger enseres, se había marchado de casa con las cosas para una sola semana.
Además del triángulo con el chapuzas, se descubrió el pastel. Ella iba de progre de izquierdas, pero luego en el trabajo, como si los negocios lo justificaran todo, se dedicaba a cortar el agua y cambiar cerraduras a los inquilinos que se retrasaban en el pago, técnicas fascistas de la época de la dictadura, consejos y recomendaciones que le indicaba su familia.
Entraba a los pisos mientras los inquilinos estaban en el trabajo, a tomar lecturas de los consumos de agua, electricidad, gas y evaluar el estado de los pisos, para que no le dejaran ningún pufo al finalizar el contrato. Pero esas prácticas eran ilegales e incluso penadas según el código penal.
Al final la distancia era cada vez mayor entre Alicia y Mario, y los triángulos y modelos que buscaba ella eran totalmente disfuncionales.