6. BÚSCATE A OTRA

"El comienzo del fin"

El fin comenzó una mañana con los gritos de su mujer "Buscaté a otra, no te voy a dar sexo nunca más" Mario la miró, no supo que contestar, pero tenía que irse a trabajar y se marchó en silencio muy alterado. Su pasividad no arreglaba nada pero evitaba sacar su mala leche.

Al final no sacar su agresividad, ni asertividad, se convertía en un resentimiento que salía con pequeños sarcasmos más tarde, comentarios ácidos, irónicos, medio en broma, medio en serio.

Mario inconscientemente pensaba que no ponerse al nivel de su mujer Alicia, evitaba que se agravarán las cosas, este modelo que había aprendido de chico cuando el maltratador de su padre se ponía a gritar durante horas en casa, sin que nadie hiciera absolutamente nada. En su interior creía que era una forma de no repetir ese modelo, aunque sí lo estaba haciendo, repetía el modelo de su madre, la pasividad.

La realidad era que el resentimiento se iba acumulando hasta que después de tanto aguante acaba saliendo con “Váyase usted a la mierda, gilipollas” , un Fernando Fernan Gómez en toda regla.

Aprender a usar la asertividad requiere mucha práctica pero sobre todo que Alicia le dejara terminar alguna frase, alguna vez "Ya sé lo que vas a decir".

Alicia era bastante quejica y gritona, desde pequeña la llamaban "rata rabiosa chica y fea" pero fuera de casa era social, amable y maja con la gente, vivía hacia el exterior, mirándose a través de los demás.

Era simpática y sociable con las personas. Hacía favores a los demás, se metía en causas perdidas, decía las verdades como puños. Participaba en los corros, grupos y asociaciones que iban surgiendo en su vida. Admiraba la inteligencia.

El modelo que había aprendido de pequeña lo repetía una y otra vez, como si fuéramos capaces de retener el tiempo y vivir el día de la marmota todo el tiempo.

Todos los domingos con mi familia, reunión desde la mañana hasta la noche, sintiéndome así como cuando era chica. Con su madre, hermanas, sobrinos en mis casa de toda la vida.

De vez en cuando sus salidas a cenar y bailar con sus amigas de la infancia, las de siempre, las que conservaba desde que era pequeña.

Vacaciones de navidad con toda mi familia, tanto madre, hermanas, como primos, tíos.

Vacaciones de semana santa con mi hermana y cuñado en el campo.

Vacaciones de verano el mes de julio en la playa con la familia de mi padre. El mes de agosto en el pueblo de mi madre, con toda su familia.

Parecía que la vida no cambia, la rueda no gira, se había quedado detenida en el año 1977, para ella eso era la felicidad, era lo que le gustaba y eso era lo que quería vivir, y se lo transmitía a sus hijos.

Solo nos acordamos de lo bueno, al final de la convivencia de vacaciones, saltaban los dejes familiares y terminaban discutiendo y gritando

- Ya no vuelvo a venir de vacaciones con vosotras. Gritaba Alicia a su madre o hermana, cuando detectaba el control y manipulación en la que había vuelto a entrar.

A la vacaciones siguientes, se había echado al olvido la bronca y se volvía a repetir lo mismo.

Mario se mantenía más distante de su familia, había logrado emanciparse y escapar de la trampa de su familia a los 20 años. Trampa que consistía en llevar el negocio familiar, continuar con lo que sus padres habían montado, teniendo que renunciar a poder elegir su camino y hacer su propia vida.

Gracias a mantenerse en la distancia emocional, podía saber que esos dramas familiares ya habían pasado, que ya no eran su asunto.

Mario logró sacar a Alicia del cascarón de su familia durante los primeros años, en la que ella sacó los pies del tiesto. Hacían vida bohemia por la ciudad vieja; amigos, garitos, música, conciertos, recorriendo los mil y un rincones de la ciudad.

También escapadas a la naturaleza ya sea rutas de senderismo, montañas, rutas ciclistas.

Pero cuando se tienen hijos, vuelve la familia, las suegras, suegros, las tías y tíos, los dejes familiares, a que se entrometa en tu vida y Alicia volvió al triángulo de su familia.

Mario tenía dos suegras, la madre de Alicia y su hermana mayor, que se comportaba como una madre también con Alicia por la diferencia de edad.

Alicia quería tener cuatro hijos, construir una casa y dedicarse a la crianza. Repetir el modelo que traía de fábrica, como si estuviéramos en los años 60. Su madre había tenido cuatro hijos, su padre había construido una casa para ellos, su madre se había dedicado a sus labores y crianza como se decía antes, su padre a trabajar en dos trabajos para ser un buen proveedor y mantener la familia.

Mario no tenía muy claro lo de tener hijos.

- Bueno ya verás como al final sí que acabarás queriendo tener hijos, es porque no has dado con la persona adecuada. Le decía Alicia.

Años más tarde, en los calabozos de una comisaría, sin ventanas, con el único ruido de los aparatos de ventilación, Mario se decía que Alicia tenía toda la razón en cuanto a los hijos, de lo que más estaba orgulloso y más disfrutaba en la vida era de sus hijos, que en ese preciso momento se los estaban arrebatando desde un juzgado de levante.

Sí, el comienzo del fin de Alicia y Mario había comenzado con los gritos de

- Buscate a otra, no te voy a dar sexo nunca más. Le exputó Alicia.

Esas dos semanas anteriores sin que Mario le acariciara la espalda a Alicia mientras veían la televisión en el sofá, no había hecho más que incrementar su enfado, encendido a su rencor hasta que Alicia sacó su ataqué de cólera de "Buscate a otra ..."

Todo el enfado venía según Alicia porque Mario había servido la cena tarde una noche de sábado a sus hijos.

Mario se justificaba - Estaba liado con un proyecto, tampoco pasa nada, cuando estamos de reunión o de barbacoa con la familia también acabamos cenando tarde y nadie se queja, ni se crucifica a nadie.

Alicia le reprochaba - Has abandonado a tus hijos, han estado viendo toda la tarde la televisión.

Lo peor que podía haber hecho él era justificarse, con lo fácil que es decir lo siento, agachar la cabeza y anularse.

En su interior Mario sabía que había pasado algo más, ella se había ido a celebrar la despedida de soltera de su hermana y se preguntaba si tal vez ella había tomado dos copas de más y se había olvidado que le quería.