8. NO ME ERES SUFICIENTE

“Los mensajes de no me vales”

Alicia no paraba repetir que no se iba a abrir de piernas cada vez que Mario le pedía intimidad como si el sexo fuera cosa de solo uno, yo te doy mira que generosas soy, y por ello a él le había dolido tanto la frase de "buscate a otra, no te va a dar sexo nunca más" como si la pasión fuera algo unilateral. Él se quedaba sin el lenguaje de amor más importante para él; el tacto, la sensualidad y el sexo.

Los actos de servicio no contaban, los regalos, no eran muy detallistas ninguno de los dos, las palabras bonitas se habían reemplazado por las tareas domésticas a realizar, el tiempo de calidad se había convertido en un vivir constantemente con la familia de ella.

El final había empezado mucho antes de aquella noche de la despedida de su hermana, como cuenta la historia que la única que puedo con el amor fué la rutina.

Todos estamos de paso unos están unos meses otros pocos años y otros muchos a nuestro lado pero tras 20 años era el momento de crear una bonita amistad o terminar la relación.

Era el tiempo de la aceptación, de crecer personalmente, de que los hijos se habían hecho mayores ya no había crianza lactancia colecho casi se valían por sí solos.

Ella había conseguido hacer una crianza natural, como buena nodriza había dado el pecho al hijo mayor durante cuatro años y a la pequeña durante tres años. había sacado sus tetas en más sitios que cualquier mujer pilingui o striper que se precie, se había ahorrado más potitos y había dado más defensas a sus hijos de las que se pueden dar.

El colecho había desplazado a él al cuarto del niño, no le quedaba otro papel que el del hombre proveedor clásico, trabajar tratar de progresar y ver qué hueco tienes en esa crianza. Aunque se había librado de biberones de madrugada, tratando de dormir al bebé de madrugada y un largo etcétera gracias a la lactancia.

Hasta que un día ella ve que ha terminado la crianza natural tras cuatro años y ahora le exige a él que se encargue de dormir al bebé, él sin tetas, sin leche tiene que inventarse como dormir a ese niño cada vez que se despierta, primero empieza con cuentos, luego con brazos hasta que se rinde la que la solución es que él y su hijo duermen juntos en el cuarto del pequeño, cada vez que el bebé se despierta siente que está roncando a su lado su padre, el bebé se tranquiliza y se vuelve a dormir, el mismo colecho que había tenido con su madre pero ahora en una cama más pequeña con su padre.

La relación de pareja había desaparecido, ahora solo crianza y con los hijos aparece la familia de ambas hermanas madres que se proclaman libremente en el papel de que las tías y abuelas están para consentir y para malcriar todo lo que quieran al niño. Entorpeciendo la crianza, metiendo a los niños otra vez en la cama con ellas aunque los padres estén intentando sacarles.

Todos los planes se vuelven de familia abuela por aquí tía por allá y la relación de pareja se convierte en una salida al cine en primavera y una cena en otoño para celebrar el aniversario. La crianza de colechos y familia han matado toda pasión e intimidad durante años y solo queda alguna siesta festiva si es que no hay una reunión familiar.

Ella empieza a reivindicar cariño a él, pero lo hace de la forma más enrevesada posible pidiendo tareas domésticas quejándose y exigiendo cuando él llega al trabajo que se ponga con los lavaplatos, ropa, cena, baños.

Él pensaba que el cariño se conseguía dando cariño, siendo amoroso, pero el modelo de ella era la polca de protesta que había recibido de fábrica de su madre, consiguiendo el efecto contrario en él cuanto más protesta más huye él, llegando así los gritos broncas amenazas, proyectando en él la culpabilidad por qué no consigue satisfacer sus necesidades.

Cuando se calma ella, le explica el modelo que tenía con su padre, ella enojada, despotrica, se queja, luego rompe a llorar y después de una buena llorera, su padre le decía que ya había sido suficiente y se calmaba. Él no es capaz de entender ese modelo, él no es así, él no es el padre de ella, si ella le abronca y esta se enfada con él, al tratar de justificarse o defenderse del ataque no es capaz de ponerse a calmarla mientras ella le grita, como mucho consigue no sacar su agresividad y ponerse al nivel de ella.

Pero todo cambió la mañana del "buscate a otra, no te voy a dar sexo nunca, no sabes nada de mujeres", él decidió que ya nos iba a manejar por el miedo al abandono, ni en la culpa, ni en el castigo, ni en el juicio que utilizaba ella como buena manipuladora. Él ya no se iba anular ni ser pasivo, sabía que ella le engañaba, le controlaba, le manipulaba, que eran los hijos lo que les habían mantenido juntos todos estos años.

Ella se había quitado el anillo de casada hacía muchos años, él ya sospechaba de sus engaños e infidelidades, ella le había hecho luz de gas para tenerle controlado, qué bobo iba a encontrar para que le hiciera caricias todas las noches, mientras veía una película en la televisión sin que ella le diera más que un beso buenas noches.

Ese búscate a otra y te voy a arrebatar tu lenguaje de amor, había sido la señal de alerta de que el ceder ser pasivo para no ser agresivo se había terminado. A él le costó muchos paseos de tristeza y soledad esa bronca, pero el cambio mereció la pena, terminar de manejarse en la culpa, el miedo fue un trabajo largo y constante.

Las discusiones ya no eran del estilo del diálogo maldito de la protesta, se convirtieron en el baile de quien tiene la culpa. Ella continuó con su proyección, con su luz de gas, culpabilizando todo el rato.

No confío en tí, no eres consciente, no eres capaz, tienes que dudar de lo que piensas, tienes que hacerte responsable de mis enfados, tú no eres suficiente.

Él ya no entró en la culpa, ni en el miedo al abandono, los mensajes de no me vales ya no cuajaron en él, aunque ella continuaba machacando con las mismas palabras tanto en bronca como en calma, pero ya no funcionaba, no conseguían manipularlo, él podía disculpar las palabras duras que se dicen durante una discusión, pero si te las dicen ya en frío y con tranquilidad eso ya no es fruto del cabreo.

Él en su soledad paseaba por la ciudad vieja con los ojos tristes pero aprendiendo, creciendo, entendiendo el engaño y lo poco cariñosa y sensual que había sido ella con él. Ella se posiciona como acreedora del amor, pero él sabía que el amor consistía en dar y ofrecer lo que anda buscando el otro, pero mucho cuidado el dar sin recibir. Él había entendido los lenguajes del amor y que el amor que anhelamos está dentro de uno mismo. Llevaba toda la vida lidiando con la vergüenza, la culpa, el miedo, la tristeza y por fin iba a conectar consigo mismo. La manipulación y proyección de ella se mantenía, le amenazaba con echarle de casa, pero él se mantenía en la relación por no dejar la silla vacía a sus hijos.

El día del cumpleaños de su hijo como si de un mensaje subliminal se tratase ella volvió a amenazar con echarle de casa y como la tercera fue la vencida él se fue.