10. LA MEDIACIÓN

"La rata"

Alicia pensaba que el divorcio iba a ser como una película de Disney. Aunque estuvieran separados se iban a ir de vacaciones juntos un par de días para que los hijos lo llevaran mejor. Que las entradas que tenían para ir al teatro desde hace meses, iban a ir los cuatro juntos.

Que Mario tenía que seguir siendo amable y cariñoso con ella aunque estuvieran en pleno proceso de separación.

Que podía seguir controlando y manejando la vida de Mario, diciendo que hacer en su nuevo piso, revisando cómo lo tenía organizado, dándole comida como si de un adolescente al que tiene que cuidar se tratara.

Mario había vivido solo muchas veces y sabía organizarse y llevar una casa. La que nunca había salido del cascarón de su familia y nunca había vivido sola era Alicia, pero ella repetía el modelo de su madre y hermana, mujer cuidadora, controladora y bastante manipuladora.

Mario sabía que la relación había dejado de existir, que había que pasar página, aunque con hijos por medio es más complicado mantener la distancia emocional, dado que tienes que seguir hablando con tu ex para informar y acordar cosas de hijos.

Llevaba un año muy duro desde el "Búscate a otra ..." y aunque su decisión final era la de no dejar la silla vacía, la separación era la que más paz le daba, al salir de las exigencias, culpas y mensajes de no vales que recibía.

Mario estaba obteniendo paz, se podía tomar las cosas con calma, aunque tenía que encontrar un piso, organizarlo para que vinieran sus hijos, comprar muchas cosas que necesita una casa, montar muebles, todo lo que supone empezar una nueva vida en un nuevo lugar.

Alicia lo tenía más fácil, se quedaba en la misma casa que ya estaba montada, las mismas cosas, mismos viajes, mismas rutinas, ahora podía tener para ella sola sus hijos, invitar a sus amigas, soltarse la melena, por fin se había librado del capullo de su marido.

Empezó la mediación para lograr un acuerdo regulador de la custodia compartida de los hijos. Cada semana iban los dos a un servicio de arbitraje para tratar cada asunto, Mario y Alicia se encontraban en el portal, ella quería ser cercana, él distante, no había encuentro.

En un principio la custodia iba a ser compartida por ambos progenitores, los viernes a la salida del colegio serían recogidos por quien empezará la semana de convivencia.

Alicia se había hecho a la idea de que como Mario estaría trabajando en horario de oficina estaría con los hijos a la salida del colegio tanto la semana que le correspondía a ella como la de Mario ya que él salía más tarde del trabajo.

Pero Mario se había buscado un piso a cien metros del colegio, por lo que podía recoger a los hijos sin problema la semana que le correspondía de convivencia.

Las vacaciones también se pusieron de acuerdo, aunque Alicia quería todas las Navidades siempre para ella para seguir repitiendo su modelo de su infancia año tras año.

Al final se dividieron en periodos iguales, cada año par elegía uno y el impar elegía el otro.

La contribución a los alimentos no procedía al ser custodia compartida.

Los gastos ordinarios y extraordinarios se decidían porcentualmente a lo que cada

uno ingresaba, 60% Mario, 40% Alicia. Aunque las mujeres no paran de reivindicar la igualdad de género para lo que les interesa si quieren al hombre proveedor clásico.

No había que liquidar gananciales, ya que habían hecho separación de bienes. La vivienda se quedaría el uso y disfrute Alicia aunque la propiedad y obligación de pago era al 50%.

Y por este asunto empezó la guerra que duró varios años y se llevó a todos por delante, sumergiéndose en el dolor, ansiedad, ataques y respuestas.

Alicia decía que quería comprar el 50% de la vivienda que era propiedad de Mario, que le habían subido el sueldo, que el banco había estudiado la viabilidad de que asumiera ella sola la hipoteca y que lo veían posible, que ya casi lo tenía concedido. Pero que le corría mucha prisa y que su oferta era muy por debajo de la actual, pero que si alguna vez la vendía le daría la plusvalía bajo contrato privado.

Mario vió las orejas al lobo, prisas, decídete rápido, que algún día te dará la plusvalía, precio inferior incluso al que ellos lo compraron en su día.

A Mario le saltaron las alarmas, Alicia quería todo:

- Estar todos los días con los hijos

- Tener todas la vacaciones que quiera

- Quedarse el coche familiar

- Quedarse la casa y compararla al precio que ella considerara.

Mario sabía que con Alicia nunca había sido posible llegar a acuerdos, o cedía, o había bronca, montándole un pollo de los buenos. Manipulación pura y dura.

Por ello Alicia estaba tan rencorosa ese último año, Mario había dejado de ceder y de ser pasivo, y eso desesperaba a Alicia.

Con eso de que Alicia quería todo como antes, e incluso seguir controlando a Mario, para eso no pides el divorcio, pero el proceso ya no era reversible y la película de Disney que había imaginado Alicia de lo que era un divorcio, no se iba a dar.

Mario se había cansado de ser el bueno, el bobo, ceder y entrar en depresión cada año, por no poner límites o haberse separado mucho antes en el 2015, cuando su terapeuta le avisaba de los mensajes de "tu no vales".

Mario ofreció separar el convenio de la custodia compartida del tema del piso, pero Alicia lanzó su ultimátum "o aceptas el precio del piso o no firmo el convenio".

La mediación se convirtió en un circo, Alicia llegaba llorosa, o con una muñequera puesta, haciéndose la víctima.

Hasta que estalló todo delante del mediador, de su versión maja y simpática, paso a su agresividad, "no hay convenio", "te voy a quitar la custodia de tus hijos", "el divorcio va a ser contencioso", el mediador le explicaba que entonces iba a hacer pasar a los hijos por lo psicosocial, que el proceso se alargaría años.

Y ahí empezó la guerra, primero Alicia cambió la cerradura de la casa, impidiendo que Mario recogiera enseres, medicinas, juguetes para la nueva casa.

Cuando Mario iba a por las cosas, Alicia le decía que se pasara a las cinco, luego que si a las siete, que viniera antes de las seis y media que tenía que irse.

Dificultando cualquier forma de acordar nada. Luego Alicia impidió que Mario estuviera con sus hijos, tanto las semanas que habían acordado como las vacaciones. Se nombró jueza, médico, fiscal y decidió que Mario estaba deprimido y que no era capaz de cuidar ni atender a sus hijos, que no estaría con ellos hasta que un juez no dijera lo contrario.

Alicia le había tocado dónde más le dolía quítale a sus hijos.

Mario que con el paso de los años y la crianza, se había convertido en un hombre clásico proveedor de familia y cuidador de sus hijos, ahora se había quedado sin ellos.